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En la Residencia de Mayores Claret Granada comenzamos la primera semana de febrero con ganas, alegría e ilusión y seguimos con nuestras HISTORIAS DE VIDA. En esta ocasión queremos presentarles a Maruja Navarro, una de nuestras maravillosas residentes que nos cuenta su historia personal de vida a través de su hija ya que no le es posible a ella por sí misma.

Queremos ante todo agradecer las bonitas palabras dedicadas por su hija Aurea a nuestra entidad y por haber participado en esta iniciativa de historias de vida tan bonita.

Gracias por formar parte de nuestra familia y por regalarnos un trocito de ti y de tu madre.

De parte de toda la familia Claret,

Miles de abrazos.

 

HISTORIA DE VIDA: Mª Antonia Navarro Gandía, Maruja

Maruja nació el 17 de mayo de 1938 en Marruecos. Su pueblo se llama Targuist. En aquella época pertenecía al Protectorado Español en Marruecos. Sus padres eran de un pueblo de Almería, Cuevas de Almanzora. Es la mayor de cuatro hermanos, dos hombres y una mujer. Su hermana falleció en 2017, vivía en Zaragoza. Un hermano vive en Madrid y el pequeño en Cornellá de Llobregat, Barcelona. A Cornellá se fueron a vivir sus padres con los dos hijos más pequeños al final de los años 60.

Maruja ya se había casado con Juan Sánchez, militar, y vivía en Ceuta. Se casaron el 5 de marzo de 1960.Llegaron a los 60 años de casados.

Nunca ha sido muy habladora, contaba algunas cosas de su infancia y juventud en Marruecos. Al ser la mayor de cuatro hermanos ayudaba y cuidaba de ellos, además trabajó de telefonista y cosía con una tía suya materna que falleció muy joven.

Contaba que allí vivían muchos españoles procedentes de distintos puntos de España, muchos judíos y los autóctonos de allí. Existía una buena convivencia entre todos. Llamaba la atención lo modernos que eran para aquella época, por ejemplo, las mujeres tomaban vermut en los bares, fumaban…También comentaba que allí había un sacerdote franciscano que hacía una labor extraordinaria con los miembros de todas las comunidades.

Aurea y Juanito Torrevieja 1A su marido se lo presentó un amigo militar. Él había ido destinado allí. Era de Almería. Estuvieron dos años de novios aunque fue destinado a la Península. Como he comentado antes, se casaron el 5 de marzo de 1960 y se fueron a vivir a Ceuta. Sus suegros ni siquiera asistieron a la boda porque entonces no era fácil llegar hasta allí y eran mayores. Así que de viaje de novios fueron a Almería. Allí los conoció así como a su cuñada, que era 13 años menor que su hermano.

El 28 de diciembre de 1960 nací yo su única hija y me pusieron Aurea María, Aurea por mi abuela paterna y María por la materna. Vivimos en Ceuta hasta diciembre de 1972.

Siempre ha tenido muy buenos recuerdos de Ceuta y de las buenas amistades que allí dejó.

 Mi padre estaba destinado desde octubre en Granada y mi madre y yo nos vinimos en diciembre.

Como he dicho mi padre era militar, por aquel entonces era brigada de Ingenieros.

Le costó adaptarse a Granada. En aquella época hacía mucho frío y el ambiente era muy distinto al de Ceuta.

Siempre la recuerdo cosiendo hasta altas horas de la madrugada. Cosía de todo. Se hacía su ropa y a mí me la hacía también. Le encantaba leer y se hizo socia del Circulo de Lectores, también hacía crucigramas y escuchaba la radio. Nunca le gustó mucho ver la televisión. No le gustaba mucho salir, prefería estar en casa y era muy buena cocinera. Era bastante introvertida, más bien seria.

En verano íbamos a Barcelona a ver a mis abuelos y a mis tíos. Los veíamos una vez al año. Su madre, María Antonia, era una mujer muy alegre, simpática y cariñosa, a pesar de que tenía mucha dificultad para andar porque había tenido poliomielitis de pequeña. Murió muy joven con solo 57 años. Mi abuelo era un hombre alto y muy delgado y además muy serio. Siempre pensé que mi madre había heredado su carácter.

Dejamos de ir a Barcelona pues mi abuelo también murió en el año 1975. En Barcelona ya solo quedaba Jose, el hermano más pequeño y también vivían sus tíos Concha y Antonio y sus respectivos hijos.

La relación con sus hermanos nunca ha sido muy fluida, debe ser por la distancia o por la forma de ser de cada uno de ellos. Ella se esforzó siempre por mantener la relación con ellos pero no lo consiguió. Eso le hizo sufrir mucho y le pasó factura. Ha vivido muy alejada siempre de su familia en todos los sentidos. Ha tenido siempre muy buenas amigas en su mayoría mujeres de militares como ella.

En los últimos años se reunía una vez por semana con ellas y hacían viajes y visitas culturales con la Hermandad de Veteranos Militares. Ella disfrutaba mucho y se entusiasmaba contando sus viajes…

Aurea y Juanito 2Recuerdo a mis padres como un matrimonio muy unido. Se han querido mucho y no sabían estar el uno sin el otro. En mayo de 1997 mi padre sufrió un infarto cerebral muy agudo, como consecuencia de éste perdió el habla. Sufrió afasia, él entendía lo que le decías pero tenía mucha dificultad para hacerse entender.

Ese fue un golpe muy duro para ella y nunca se recuperó. Siempre que hablaba de él lloraba y asumió que nunca se recuperaría aunque mejoró mucho, pues fue un hombre con una gran fuerza de voluntad y una fe inquebrantable que le ayudó a vivir con esa secuela el resto de su vida.

Los veranos los dedicábamos a viajar por España haciendo camping y muchos fines de semana íbamos a Almería. Allí vivía su familia política. Su cuñada, Aurea, casada y con cinco hijos y su suegra, Dolores, madrastra de mi padre. Ella había criado a mi padre pues su madre murió cuando él tenía siete años. Mi abuelo se casó con Dolores, sobrina de su primera mujer, cuando él tenía 50 años y ella 25. Se quisieron mucho y tuvieron una hija. Mi padre quería mucho a su hermana y para mi madre era una hermana más.

El 11 de octubre de 2001 falleció en un terrible accidente de coche junto con su marido y su hijo mayor. Esta tragedia familiar la volvió a sumir en una profunda tristeza de la que nunca se recuperó.

La he visto llorar y sufrir mucho toda su vida a pesar de que nos tenía a mi padre y a mí siempre a su lado.

En el verano de 1977 compraron un apartamento en Torrenueva donde pasaban los veranos, muchos fines de semana, parte de la Navidad, Semana Santa… Allí es donde la he visto más feliz pues le encantaba bañarse en el mar y pasaba muy buenos ratos con las amigas. Jugaban al Scrabble, el juego de las palabras cruzadas, pasaban ratos charlando y cantando. Le gustaba mucho cantar, sobre todo copla. Siempre tenía música en casa desde copla, zarzuela, música clásica, los tres tenores, Monserrat Caballé. La he visto disfrutar como nadie escuchando el Concierto de Año Nuevo de Viena el 1 de enero y los conciertos de la TV2.

La vida fue pasando y empecé a notarle algunos problemas de memoria. Ella me decía que ya era mayor. Tengo que decir que tenía una memoria privilegiada. Se acordaba de santos y cumpleaños de toda la familia y de sus amistades, recitaba poesías que aprendía porque le gustaban, nunca se le olvidaba nada. Nunca la ví, por ejemplo, hacer una lista de compra ni anotar nada que fuera importante. Llevaba las cuentas del banco, la medicación y visitas médicas de mi padre sin fallo alguno. Además, cuidaba a mi padre hasta el extremo, su alimentación, su medicación…Todo el mundo comentaba cómo lo quería y cómo sufría por él aunque él sobrellevaba su enfermedad con resignación, paz y un buen sentido del humor.

En el año 2017 le dignosticaron Alzheimer. Los primeros dos años fueron duros pues era patente su deterioro aunque seguía manteniendo sus rutinas, se lavaba, comía bien y seguía cuidando de mi padre. Se mantuvo bastante lucida hasta un día de mediados de febrero de 2020.

Yo vivía con ellos y tenía una mujer que se hacía cargo de ellos hasta que yo llegaba de mi trabajo. Las cosas no iban mal pero mi padre también se iba deteriorando y sufría mucho.

Aquel día que recuerdo con una inmensa tristeza pues llegué del colegio, yo trabajaba en el CEIP Gómez Moreno, y no me conoció. Decía que ella nunca había tenido ninguna hija. Mi padre sufría mucho pero ya fue consciente de que ella nunca se recuperaría.

Era evidente que yo ya no podía cuidarla y consultando con mi padre, buenos amigos y la propia mujer que la cuidaba decidimos que ambos ingresaran en una Residencia.

Recuerdo aquel día 9 de marzo de 2020 con una mezcla de sentimientos. La mirada de mi padre de resignación, compasión e inmenso cariño hacía mí y hacía la mujer que los cuidaba. Ella lógicamente no quería salir de la casa y tuvimos que engañarla diciéndole que íbamos al médico con mi padre.

Iba a verlos todas las tardes hasta que el día 13 de marzo ya me prohibieron visitarlo. Dentro de todo estaba tranquila y con mucha paz, pues pensaba que había hecho por ellos todo lo que podía.

Mi padre falleció el 28 de marzo, sólo estuvo 19 días en la Residencia. Todo el personal hablaba bien de él. Mi padre era un buen hombre, muy educado y me ha dejado mucha paz.

Agradezco a todos y a cada uno de los que formáis la familia Claret vuestro apoyo y dedicación a mis padres y ahora a mi madre.

Seguimos en una pandemia que no nos deja vivir cómo hasta ahora lo habíamos hecho pero espero y confío en que todo cambiará y volveremos a poder convivir de nuevo.

Espero con ilusión las visitas y las videollamadas aunque ella rara vez sabe quien soy pero yo si sé quién es ella y lo que significa para mí.

En esta Historia de Vida faltan muchas cosas pero forman parte de mi recuerdo y de las personas que la han conocido y querido. En definitiva, ha sido una buena mujer, buena madre y mejor esposa. Siempre se hizo querer y así espero que la queráis aunque ella ya no sea la que fue.

Gracias de nuevo querida familia Claret.

Os deseo lo mejor

Un abrazo muy fuerte

 

Aurea, hija de Maruja Navarro

Aurea y Juanito Torrevieja 1

Maruja y Juanito en Torrenueva, verano 2018.

Aurea y Juanito 2

Maruja y Juanito, 12 de marzo de 2020