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¿Qué tal? ¿Cómo estamos afrontando estas últimas semanas?

Nosotros desde la Residencia de Mayores Claret Granada con más energía que nunca, y volvemos con mil historias más que contar.

Hoy es el turno de una de nuestras residentes más queridas: ella es Manuela, una mujer encantadora y dicharachera, con una fuerza fuera de serie.

Desde nuestro centro, queremos agradecer a todos sus familiares y amigos las bonitas palabras y gestos que tienen con nuestros profesionales día tras día, para nosotros es todo un placer poder atenderles con la mejor de las sonrisas y la profesionalidad que nos caracteriza.

Gracias de todo corazón por confiar en nosotros año tras año y regalarnos esta maravillosa historia.

Un fuerte abrazo para todos/as de parte de toda la familia Claret.

 

HISTORIA DE VIDA: MANUELA

Esta es la historia y vivencias de mi madre, hasta donde yo sé. Manuela García Delgado nació el día 28 de marzo de 1933 en un pueblo pequeño y entrañable llamado Cuevas de San Marcos, provincia de Málaga. Sus padres, Juan y Rosalía, formaron un hogar humilde, honrado y trabajador, donde la recibieron con ilusión y esperanza. Ella fue la cuarta hija de seis hermanos. Su padre era agricultor y trabajaba en al campo, su madre además de realizar las labores del hogar, era costurera. Ambos sacaron adelante con mucho esfuerzo y dedicación a sus seis hijos.

Sus hermanos se llamaban José, Dolores, Juan Manuel, Antonio, y Ana, esta última es la única que sigue viva y con muchas ganas de vivir, es un poco mayor que Manuela y ha significado mucho en su vida, sobre todo en su juventud. Manuela vivió su infancia con alegría y cariño de sus hermanos y de sus padres, a pesar de las muchas carencias materiales que había, ya que la vida entonces no era fácil. A los tres años estalló la Guerra Civil y las dificultades para salir adelante eran muy complicadas, por lo que hubo que sobrevivir trabajando y sacrificándolo todo, incluido la infancia, los juegos… y eso marcó su carácter y su personalidad.

Compaginaba el colegio con la labores del campo, recogiendo aceitunas… y ayudando en casa. Su madre la enseño a coser y a cocinar, cosa que aprendió muy bien, siendo desde muy joven una gran cocinera y sobre todo que le gustaba. A penas entro en la juventud, con 14 años, aconteció una desgracia, la muerte de su padre con 45 años de edad. Entonces como siempre, la muerte del padre fue una tragedia para ella y para toda la familia, que dependía mucho para poder sobrevivir en aquellos años difíciles. Dejó mujer y seis hijos, y sobre todo mucha hambre.

La familia se unió más que nunca alrededor de su madre, de ahí que siempre a lo largo de los años, todos los hermanos se han tenido un cariño muy cercano y especial. Había que seguir adelante, las necesidades eran muchas y Manuela consiguió empleo en una casa de unos señores del pueblo, un poco mejor posicionados y que la acogieron como a una hija. Ella siempre recuerda el nombre de la señora, Mercedes Quintana, su segunda madre. Allí empezó trabajando en las labores del hogar a la vez que se formaba con la compañía de Dña. Mercedes, iban a misa juntas, y vivió un periodo de tiempo que ella recuerda con mucha nostalgia y cariño, donde paso días felices y llenos de esperanza.

En el pueblo se comportaba como una jovencita de su época: le gustaba la Navidad, sus canciones, las fiestas del pueblo, la romería de San Marcos… Cantaba y bailaba las canciones populares y estaba integrada en la vida del pueblo como una más. Disfrutó mucho de esos años jóvenes. Al poco tiempo, su madre la trajo a Granada para trabajar de empleada de hogar en una casa importante, realizando tareas de cocinera y labores propias del hogar. Compartía sus sueños y preocupaciones con su hermana Ana y sus primas Lola y Carmencita que ya llevaban un tiempo trabajando en la ciudad.

ManuelaFue en las salidas que realizaba con su hermana y primas cuando conoció al primero y único amor de su vida, Bernabé, en la carrera de la Virgen, al salir de misa. Se quedó tan enamorada de él, un hombre apuesto, elegante, con los ojos azules y sobre todo muy bueno, honrado y cabal, que al poco tiempo contrajeron matrimonio feliz en la Parroquia de San Pedro y San Pablo, iglesia muy albaycinera, el día 5 de marzo de 1955. Fruto de este amor nació su primer hijo en 1956 y la desgracia se apodero de ellos porque murió a los 7 meses de vida por difteria, algo muy común en aquellos tiempos. Pero Manuela no se vino abajo, y con mucha fe, dio a luz a su segundo hijo y lo llamó Juan Manuel. Más tarde vendrían Bernabé, Fina, María del Carmen, Rosalía e Inmaculada. Formando una gran familia, con mucho esfuerzo, dedicación y con la ayuda de su esposo, que no tenía más ojos que para ella, su Manuela del alma, que no solo la quería, sino que también le cantaba.

Durante toda su vida ha sido una mujer con mucho carácter, muy diligente y siempre pendiente de su casa, de su marido y sobre todo de sus hijos, a los que no solo cuidó y alimentó, sino que se preocupó de que estudiaran, que tuvieran una educación y unos valores que les permitieran un trabajo digno y honrado. Siempre valoró mucho esto último. Decía que una persona honrada tenía abiertas todas las puertas. Quizás porque ella no pudo más que aprender a leer y escribir, por las necesidades de una época de hambre y necesidad, donde las mujeres solo podían aspirar a ser empleadas de hogar y al cuidado de los hijos, fue por lo que tuvo siempre mucho interés en aprender, le gustaba mucho leer, cosa que me transmitió a mí y que siempre le estaré agradecida, y sobre todo viajar, conocer otros lugares, otras gentes.

Más adelante sus seis hijos se casaron y le dieron a Manuela 12 nietos maravillosos, Eduardo, María, Laura, Marta, Alejandro, Adrián, Juan, Alba, Alejandro, Carla, Estela y David. Y dos bisnietos, Lucas y Daniel. Después de toda una vida llena de sacrificio, trabajo, hijos, viajes, de momentos malos y muchos buenos, llegó el momento de celebrar su 50 aniversario de bodas, el 5 de marzo de 2005, que le prepararon con cariño sus hijos en la misma iglesia de la carrera del Darro. Fue un día feliz y de recuerdos, donde disfrutó tanto o igual que el primer día que se casó, y nos aconsejó que pasara lo que pasara, el amor seria lo más importante en nuestras vidas, como lo fue para ella. Fue un día inolvidable. Poco después su marido tuvo una enfermedad que le tuvo incapacitado durante más de cinco años hasta que murió. Ella era su vela y lo cuido hasta el final con dedicación y mucho cariño. Fue un final donde Manuela volvió a demostrar la gran fuerza de voluntad y el sacrificio que derramó con su marido, dando nuevamente ejemplo a sus hijos de amor incondicional y de compromiso.

Finalmente, ella también cayó en la peor enfermedad que se puede tener, el Alzheimer. Poco a poco fue perdiendo la memoria y lo más importante, sus recuerdos… aunque solo se acuerde de Mercedes Quintana, su segunda madre. Actualmente sigue luchando por sobrevivir, en enero del 2021 se ha vacunado contra la COVID-19 y sigue dando ejemplo de valentía y fuerza para todos nosotros, con su alegría y ganas de vivir, y sobre todo con un amor por encima de todas las cosas.

Su vida ha sido todo un ejemplo a seguir por sus hijos, nietos y biznietos. La suerte que tuvo ella y sus hijos fue encontrar la Residencia Claret, donde la cuidan magníficamente, con dedicación y cariño, mucho cariño.

Desde aquí doy GRACIAS a la institución y sobre todo a los EMPLEADOS que hacen día a día que personas como mi madre, puedan sentirse queridas y como si estuvieran en casa.

“Te digo, al llegar, madre, que tú eres como el mar; que aunque las olas de tus años se cambien y te muden, siempre es igual tu sitio, al paso de mi alma.” (Juan Ramón Jiménez)

 

Manuela Actualidad