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Nuestro blog | Misioneros Claretianos Provincia Bética
Lunes, 16 Noviembre 2015 11:03

Psicología de la vejez

Desde la psicología del desarrollo, se ha denominado la vejez como la última etapa del ser humano: infancia, adolescencia, adultez y vejez. Está claro cuando comienza la etapa de la infancia, adolescencia y adultez pero: ¿Cuándo empieza la vejez?

 

 

Algunos autores piensan que la vejez no está asociada a ninguna edad, sino que son una serie de factores  (funcionamiento biológico, psicológico, social…) que cuando aparecen, marcan el inicio de esta etapa. Sin embargo, otros, sí que marcan una edad cronológica como la frontera para discriminarlo, que suele coincidir con la jubilación. No obstante, la respuesta sigue sin estar clara, ya que no existe un elemento clave que nos haga indicar que ya estamos entrando en la vejez.

Desde mi punto de vista, la vejez no aparece en un momento en concreto, sino que es un proceso que comienza cuando empieza la vida. Vivir conlleva envejecimiento y tenemos una gran responsabilidad en hacer, de este envejecimiento, uno satisfactorio.

Existen prejuicios y estereotipos sobre la vejez, todos ellos relacionados con la imagen que tenemos de que, ser mayor va ligado a declive en funcionamiento intelectual o cognitivo. Se ha investigado sobre esta idea y  parece que en aquellos aspectos del funcionamiento cognitivo que tiene una base biológica (por ejemplo, velocidad de procesamiento), se produce un declive desde la edad de los 30 años. Sin embargo, otras funciones intelectuales no declinan, incluso mejoran, al menos, hasta los 70 años (por ejemplo la inteligencia ligada a la transmisión cultural).

A continuación, se van a analizar 3 de las principales capacidades cognitivas y su funcionamiento en la vejez:

  • Aprendizaje: Las personas mayores pueden adquirir nuevas habilidades y nuevos conocimientos. La diferencia con las personas jóvenes radica en el tiempo que requieren para asimilar la nueva información. No obstante, existen estrategias para mejorar este aspecto.
  • Memoria: Con la edad parece existir diferencias en la memoria de trabajo, entendida como un tipo de memoria que se utiliza para retener datos, manipularlos mentalmente y reorganizarlos, y también, en la memoria para hechos recientes. No obstante, se mantiene la memoria implícita, que es aquella en la que la información se adquiere de manera inconsciente. Aunque vemos que en diferentes tipos de memoria hay un declive con la edad, no significa que este sea irreversible. Además, los problemas de memoria, en numerosas ocasiones, pueden deberse a otros factores como: déficit motivacionales, problemas afectivos, problemas perceptivos… Por lo que es especialmente importante, realizar una valoración neuropsicológica detallada en la que se pongan de manifiesto las funciones que se encuentran mermadas, para así establecer un programa de entrenamiento adaptado a cada persona.
  • Inteligencia: Aquellas funciones que están fuertemente influidas por el funcionamiento de nuestro cerebro y que tienen que ver con la velocidad de procesamiento, declinan relativamente pronto, mientras que otras que están influidas por las condiciones culturales lo hacen a edades muy avanzadas, o no declinan nunca. No obstante, existen determinadas factores que influyen en este declive. Por ejemplo: la salud, la educación, la posición social, etc. Comparando las generaciones pasadas y las actuales, se observa un notable progreso en el funcionamiento intelectual, debido,  a entre otros factores, a una mejora en la calidad de vida.

Cuidar la propia salud es una forma de actuar sobre el declive en la vejez. Las personas interesadas en seguir aprendiendo, en mantenerse activo, en seguir ampliando su círculo de amistades, suelen conservar, con mayor probabilidad, sus capacidades intelectuales. Sin embargo, aquellas que piensan: “Yo ya no puedo…”, “A mi edad ya…” suelen ver, tanto ellas como sus familiares, un declive progresivo en sus habilidades.

Por otro lado, tenemos la ventaja de que nuestro cerebro no es estático, sino plástico. Esto significa que a pesar de la muerte neuronal, existen otras muchas neuronas que permanecen inactivas durante la vida, asumiendo el papel de las primeras para conservar ciertas funciones, que de otra manera, se perderían. De ahí la importancia de la estimulación cognitiva, que permite trabajar nuestro cerebro para mantener nuestras capacidades, trabajando en aquellas áreas que se encuentran más deterioradas o simplemente, para prevenir o retrasar enfermedades neurodegenerativas asociadas a la edad.

Concluyendo, podemos señalar, que si bien es cierto que con la edad se produce cierto declive en determinadas funciones, existen muchas otras que permanecen estables e incluso mejoran con la edad (control emocional, sabiduría…).  Llevar una vida activa, de continuo aprendizaje, con actividades de ocio estimulantes, participando en la sociedad y llevando a cabo un estilo de vida saludable, son factores imprescindibles para envejecer de manera satisfactoria, que nos permita llevar una vida autónoma e independiente y por ende, una mejor calidad de vida.

Mi trabajo en  este centro me permite desarrollarme tanto personal, como profesionalmente. Que te den la oportunidad de contribuir a que las personas mayores se planteen unas metas y objetivos, acompañarlos en el proceso de alcanzarlos y celebrar juntos el triunfo de haberlo conseguido, es algo muy gratificante que te impulsa a seguir trabajando, seguir formándote y seguir dedicándote a tu profesión con más pasión.

“LA VIDA ES UN CAMINO A LARGO PLAZO, EN LA QUE TÚ ERES MAESTRO Y ALUMNO; UNAS VECES TE TOCA ENSEÑAR, TODOS LOS DÍAS TE TOCA APRENDER”

PA301504

Sara Muñoz
Psicóloga

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